Hna. Ma. Teresita Moyano
Un sueño, una oración entre los labios y una pequeña bolsa era todo lo que Angélica, luego Hna. Teresita, llevaba consigo al salir de casa para entrar en una familia nueva. Las Pías Discípulas habían llegado hace pocos años a Argentina y ella nunca había salido de su casa, ni viajado tan lejos. Era tímida y no conocía ni siquiera lo que le esperaba, pero tenía una certeza: “Dios me llama y esto me basta”.
María Angélica entra en la Congregación muy joven, el 26 de diciembre de 1945 en Florida (Córdoba), en la comunidad de las Discípulas del Divino Maestro que estaban junto a la Sociedad de San Pablo. Las hermanas solo hablaban italiano, las chicas solo español, pero Angélica era muy inteligente, atenta, silenciosa, trabajadora, servicial, y lograba comprender y aprender todo. El trabajo era duro, incluso el frío y la situación económica, pero ella nunca se desanimó: “Yo vengo por Dios.”
El 10 de septiembre de 1947 inicia la comunidad Divino Maestro en Córdoba y el 2 de octubre de 1948 llega a Argentina Madre Escolástica Rivata, enviada por el Fundador para asumir la importante y delicadísima tarea de Maestra de noviciado y para incentivar el desarrollo de la misión. Así, el 29 de agosto de 1949, cuando la postulante María Angélica entra en el noviciado es guiada en su camino formativo por la “Maestrita”, como afectuosamente llamaban Madre Escolástica. Al año siguiente, el 29 de agosto de 1950 emite la profesión religiosa en Florida y el 29 de agosto de 1955 la profesión perpetua en Buenos Aires. Pasa buena parte de su vida religiosa en los seminarios paulinos.
Pequeñísima de altura (140 cm) y delgadísima (31 kg), parecía frágil, pero era fuerte y admirable en el apostolado. En la Sociedad de San Pablo durante muchos años, y luego en nuestra comunidad, en la cocina, como un milagro, levantaba ollas grandes y muy pesadas, y daba de comer a todos: seminaristas, sacerdotes, a las hermanas, y a los pobres que venían a la puerta cada día, ellos eran sus privilegiados. Teresita cumplía con amor, cada día, el mandato de Jesús, “denles ustedes de comer” (Lucas 9, 13).
Teresita no tuvo la posibilidad de tener un estudio sistemático, pero estaba atenta como ninguna a la realidad social, política, a la vida de la Iglesia…
Las hermanas argentinas la recuerdan con afecto y testimonian de ella: “Es una Pía discípula de la primera hora. Novicia de Madre Escolástica y formada por ella en los valores humanos, cristianos y carismáticos que han plasmado su vida cotidiana y la han transformado en un testimonio de discípula – misionera a la que nada pasaba desapercibido. Es decir, todo era para ella una ocasión para aprender, según la estudiosidad paulina asimilada desde los primeros pasos formativos.
Siempre buscaba estar informada, conectada con la realidad, pedía explicaciones, debatía con vivacidad e interés. Una discípula que creció en la escuela de Madre Escolástica, que solía detenerse en adoración eucarística con el Osservatore Romano cotidiano, para llevar el mundo a Dios. Una mujer de oración, consciente de pertenecer en la Iglesia a la Familia Paulina, familia para la comunicación. Para Hna. M. Teresita la normalidad consistía en “caminar con los tiempos” en el espíritu del beato P. Santiago Alberione.
Durante la oración, con frecuencia mostraba un rostro sonriente, luminoso, absorto en Dios: y era hermoso detenerse a observarla. También en la oración litúrgica y comunitaria, en la que participaba con tanta devoción, expresaba espontáneamente intenciones y preces dictadas por su vivo interés por los acontecimientos de la Congregación, de la Iglesia, de la patria y de la humanidad.
La recordamos por la gran sensibilidad hacia las nuevas generaciones. Se entendía bien con los jóvenes, a primera vista. Era muy querida y apreciada por ellos. Rezaba y ofrecía los sacrificios diarios por las vocaciones y estaba siempre atenta a las chicas que frecuentaban la comunidad. Presente en la casa de oración durante muchos años, fue una discípula de referencia, que dio una importante contribución en la formación a la vida religiosa. Igualmente testimonian los paulinos: en el seminario era, tanto para los sacerdotes como para los jóvenes en primera formación, una presencia sabia y coherente, fiel al carisma recibido”.
Teresita escuchaba a todos, y hablaba poco, solo lo necesario. Nunca salía de sus labios una palabra contra una hermana u otra persona. Nunca era crítica ni negativa, sino que se acercaba a las hermanas y a las chicas en formación para dar las felicitaciones por una tarea bien hecha, aunque sea simple; o por un canto con hecho con fervor, por ejemplo. Ella nos enseñaba, con las pequeñas cosas, a tener a Jesús como el centro de todo. ¡Tenemos tanto que aprender de ella!
Hna. Ma. Teresita fue llamada a las Bodas Eternas en la Solemnidad de la Asunción a los Cielos de la Santísima Virgen María, 15 de agosto de 2018, en la Comunidad Madre Escolástica de Córdoba. Hoy estamos convencidas de que Teresita está con su Maestra, Madre Escolástica Rivata, y a ellas dos nos encomendamos.