Hna. María Rosaria Gallardo, pddm
En 2009, mientras visitaba el convento de las Pías Discípulas del Divino Maestro en San José, California, me detuve para la Adoración del Santísimo Sacramento. ¡Mis visitas se hicieron frecuentes y muchas veces comencé a detenerme allí para la oración vespertina!
¡Una tarde como muchas la comunidad me invitó a cenar! y me sentí honrada ante tal invitación… me animaron a interrogarme sobre mi vocación y me aseguraron sus oraciones.
Poco a poco empecé a hacerme preguntas sobre mi vocación y descubrí que me atraía la vida religiosa.
Un día, mientras vivía el momento de encuentro con el Maestro, empecé a sentirme muy ansionsa y no podía dejar de pensar en mi vocación, así que le pregunté a la Hna M. Rosaria, superiora de aquella comunidad, si podía quedarme en capilla después de la cena, a pesar de saber que habrían retirado el Santísimo… “Me gustaría tener un cara a cara con el Señor”, ella contestó sonriendo: “Ve a hacer este cara a cara con Él, ¡quién sabe qué tendrá que decirte!”
¡Estaba sola en la capilla, me senté en el suelo, a los pies del Tabernáculo, con el corazón que me latía fuerte y al mismo tiempo estaba turbada, deseaba comprender mi vocación y ser totalmente disponible en darme a Él, dondequiera que me quisiera!
Cuando me di cuenta del horario ya era tarde y las hermanas se preparaban para ir a dormir, así que me levanté y después de dejar la capilla, caminé un largo pasillo sin ver a nadie y llegué a la puerta que conducía directamente al estacionamiento, pero la manija no se movía, intenté forzarla, pero nada… ¡la puerta no se abrió! Entonces una voz a mis espaldas dijo: “¡Ya no puedes irte… todo está cerrado!” Me di la vuelta y vi a Hna. M. Rosaria que parecía seria, pero en realidad con una gran sonrisa me dijo: “Si quieres puedes quedarte, tenemos muchas habitaciones aquí”.
Estaba asustada y le contesté que no estaba todavía lista, necesitaba encontrar a Dios sola. Sonriendo me llevó a la puerta de atrás, la abrió y yo salí en la noche…
Unos cinco años después, las hermanas me dijeron que la salud de la hermana M. Rosaria había desaparecido y había sido trasladada a Fresno para ser curada, fui a visitarla y me pidió novedades sobre mi vocación… Aunque su mente y su cuerpo ya estaban consumidos por el Alzheimer y el Parkinson, me tomó a su lado y, con tanta preocupación en su voz, me habló de la importancia de seguir la voluntad de Dios y el propio camino vocacional para ser felices.
Aunque a veces le costaba encontrar las palabras correctas o se perdía en sus pensamientos, lograba transmitirme la intensidad de su preocupación por mí.
No mucho tiempo después, seguí la voluntad de Dios y mi camino vocacional me llevó a la Congregación. Volví a ver a Hermana M. Rosaria cuando era novicia y, ¡no sabría describir su felicidad al verme! Aunque ya no estaba con nosotros cuando hice mi Primera Profesión, pero podía imaginarla a mi lado, con su sonrisa, consciente y radiante de haberme ayudado a conocer la voluntad del Señor.
¡Ahora descansa en paz, pero siento que debo agradecerle por todas sus oraciones, por su ejemplo de verdadera Discípula del Divino Maestro, por su solicitud y su amor al ayudarme a conocer mi vocación! Concluyó la carrera y mantuvo la fe, venciendo la corona eterna de la gloria, siempre en presencia de Jesús, el Divino Maestro.
Hna. María Rio Bella Cruz