Queridísimas hermanas,
ante el Misterio de la Navidad, dejémonos aprehender por el asombro adorante de la Encarnación del Verbo de Dios en el regazo de María de Nazaret, una joven disponible para acoger en su vientre la Semilla del Espíritu, para entregarlo al mundo en su Hijo Jesús, y que así todos sean salvos y tengan Vida en abundancia.
«Y ¿qué puede haber más asombroso
que el ver la condescendencia de Dios,
que llega hasta la concepción
en el seno de una mujer?
¡Oh cosas increíbles!
¡Dios entre los miembros de una mujer
“él que tiene el trono en los cielos
y el estrado en la tierra”! (Is 66,1)
¡Dios, contenido en un regazo,
él que está por encima de los cielos
y que cohabita con la eternidad del Padre!
Y ¿qué cosa más increíble que esta,
ver a Dios en forma humana,
sin que se aleje de su propia divinidad?
¿Ver la naturaleza humana
toda entrelazada con Su Creador,
para que el hombre sea divinizado,
él que antes cayó bajo el pecado?»
(Andrés di Creta, Homilía)
María, la Madre de Dios, y José, el esposo y custodio amoroso, nos enseñan el auténtico arte del discipulado, que acoge el Don con gratitud y lo comparte con alegría, con premura y en simplicidad.
Deseos de Feliz Navidad y de Sereno Año Nuevo
Sr. M. Micaela Monetti y hermanas del gobierno general