Nuestra misión

Nuestra misión en la Iglesia brota de un único amor y está orientada a un único fin: el amor a Jesús, vivo en la Eucaristía, en el Sacerdocio y en la Liturgia.

 

Del Misterio eucarístico, fuente de la misión, recibimos la luz, la alegría, el ejemplo para ser apóstoles de la Eucaristía y vivimos la oración como acción apostólica. Asumimos el ministerio de la oración incesante: intercedemos por las necesidades de la Iglesia, de los pueblos y de la Familia Paulina de la que formamos parte. Invocamos gracia para el mundo de la comunicación para que la buena noticia, que es Jesucristo, alcance a todas las gentes.

 

En el rostro y en la voz del Señor Crucificado y Resucitado contemplamos la Belleza que salva el mundo y no podemos callar lo que hemos visto y oído. De este Misterio brota nuestro compromiso en los varios ministerios para que la acción del pueblo de Dios se manifieste en una participación activa, consciente y fructuosa. En esta perspectiva nos comprometemos en la pastoral litúrgica y en la catequesis mistagógica, que ayuda a descubrir y profundizar los gestos, los símbolos y las palabras de la Liturgia, pasando de los signos al Misterio.

 

En el ámbito de una cultura de la comunicación promovemos la formación litúrgica y artística para que la comunidad cristiana viva, ore y celebre en la dignidad y en la belleza, y llegue a la plena comunión con Dios, con  los otros y con la creación. Nuestra actividad artística está al servicio de la evangelización.

Comunicamos el amor incondicional de Dios para con la humanidad a través del camino de la belleza que promueve el encuentro entre la fe cristiana y las culturas de nuestro tiempo. El anuncio de Cristo nos lleva a lo ancho de las culturas y mentalidades con las actitudes de disponibilidad en el Espíritu vividas por el apóstol Pablo.

 

Nuestros “Centros eucarísticos, litúrgicos, sacerdotales” son lugares de servicio eclesial y de anuncio del Misterio de Cristo, abiertos al diálogo ecuménico e interreligioso. Con nuestro estilo de vida favorecemos en estos Centros una experiencia de oración, de acogida, de formación y de acompañamiento.

De manera particular participamos en la misión de los ministros ordenados, en el espíritu de María santísima. Con nuestra oración y servicio, acompañamos las vocaciones al presbiterado y cooperamos en su formación.

Nos cuidamos de los presbíteros y consagrados, especialmente de los que viven en situación de pobreza, enfermedad y ancianidad y ofrecemos sufragios después de su muerte.