Antônia: 
Dos palabras me acompañaron y han sido muy importantes para mí hasta ahora: paciencia y perseverancia.
Paciencia conmigo misma, con mis cualidades y limitaciones, aceptándome como soy realmente, en la confianza de que el amor de Dios se manifiesta en toda persona.
Perseverancia en lo que deseo conseguir y la valentía de ver que todo el esfuerzo ha sido bueno y ha sido necesario para el seguimiento de Jesús.
Samillis: Estoy feliz con la vida en comunidad, viviendo la expresión de ser una familia. El testimonio de cada una de las hermanas y de las jóvenes me ha enseñado cosas nuevas y me ayudó a desprenderme de cosas inútiles. Inspirándome, enseñándome y animándome en el anuncio del Reino. Os doy gracias por la comunión hasta ahora y sigo contando con las oraciones de todas vosotras, que nos refuerzan notablemente.
Jessica:
Durante este período en Brasil he aprendido a valorar mi cultura que me hizo amar mi esencia y ponerla al servicio. Doy gracias por la solidaridad en la oración de cada hermana por Venezuela, en este momento tan significativo y difícil que está cruzando. Esta experiencia despierta mi corazón para amar y para dejarme amar por el Señor en mis hermanas, que me introducen siempre más en la escuela del Maestro Divino.
Doy gracias por mis compañeras y mis hermanas por el viaje que hemos hecho juntas, que haremos todavía, caminando firmes y fuertes.
Marilina:
Siento la alegría de haber dejado todo para seguir a Dios: mi familia, mi comunidad, mi tierra, mi idioma, mis costumbres…
Es el tesoro de la certeza del amor de Dios, y para gozar de toda su riqueza, tengo que renunciar a todo lo que me empobrece trabajando en lo profundo de mi corazón para encontrar siempre más esta preciosa piedra que ya puedo entrever un poco, porque aquí en Brasil puedo ser yo misma y ver que esto es bueno. Caminar con un grupo de tres naciones ha sido un desafío positivo, agradable, divertido, profundo y exigente.
Sara:
¡Esta experiencia en Brasil me está gustando mucho!
Me estoy enriqueciendo tanto desde el punto de vista humano que espiritual. Es un don grande compartir este tiempo de formación con un grupo de compañeras de varias naciones. Estoy agradecida a Dios y a la Congregación por esta hermosa experiencia.
Aquí he recibido una grande y calurosa acogida y he podido gozar de la generosidad y del afecto de muchas hermanas.