Sor Ma. Lucía Paniagua Asanza
Dotada de una fina sensibilidad artística se ha desempeñado en el campo del arte: música, canto, pintura, bordado y orfebrería. Ama la misión eucarística-sacerdotal-litúrgica en toda su amplitud y desde los inicios se fue ejercitando en ella.
Forma parte del primer grupo de noviciado en México, las primeras profesas en nuestro País. Recuerda que los inicios de nuestra Congregación en México se caracterizaron por un espíritu de alegría, de generosidad ilimitada, de sacrificio y de pobreza, como Jesús en el pesebre.
Desde niña fue creciendo en la fe que le inculcaron sus padres, participando en los sacramentos, aprendió el catecismo, gustaba de participar en la adoración nocturna con la oración de maitines, devoción que aprendió de su Papá, ya que era el presidente de la Adoración Nocturna.
A los 10 años de edad inició con la inquietud de ser religiosa, la oportunidad la vio coronada cuando conoció a las PDDM a través de dos padres Paulinos de su mismo pueblo. Manifestando su deseo de ingresar, la Madre Crisantina Coletta y Lorenzina fueron por ella a su casa, así después de un largo viaje llegó con las hermanas en la noche el 26 de octubre de 1956.
Sor Ma. Lucía narra:
“La mia primera impresión de las que vivían en esa casa fue hermosa, aún lo recuerdo con cariño y emoción, todas nos estaban esperando, eran 9 jóvenes que ya formaban parte del primer grupo, nos saludaron y acogieron con mucho cariño, tanto que nos aplaudieron cuando estábamos llegando. Era una conmoción grande porque nos hablaban de todo lo que hacían, sentí como si siempre hubiera vivido allí, era un ambiente familiar y profunda alegría. Ahora, leyendo esta experiencia, creo que era la gracia de los inicios la que me hacía sentir así.
Me sentía en casa, aprendiendo los oficios cotidianos tanto allí como en la casa de los Padres Paulinos, aprendí a bordar, a colaborar en la cocina y en todo lo que se me pedía. Como eran los inicios, aún no contábamos con una casa propia. Las Madres italianas nos platicaban que estábamos construyendo una casa, nos invitaban a trabajar arduamente para tener recursos y poder pagar su construcción, así con mucho gusto y ánimo hacíamos apostolado con ese fin.
Poco a poco iban llegando muchas vocaciones y ya no cabíamos en esa casa pequeña de Mixcoac, estábamos apretadas, al año siguiente, en junio de 1957 nos mudamos a la nueva casa, nuestra primera casa propia en esta tierra de México. Al llegar allí brincamos de emoción, estábamos muy contentas, empezamos a limpiarla, acomodarla para embellecerla.
Apenas llegamos no tardaron en llegar muchas vocaciones, grupos de 5-12 vocaciones, todas jovencitas, el P. Héctor, ssp, el primer padre paulino mexicano, nos ayudaba mucho con las vocaciones, nos sentíamos contentas por la llegada de tantas jóvenes a nuestra casa.
Continué colaborando en el bordado, la Madre Franca Fanelli nos enseñó a bordar y todas sus técnicas, éramos muchas en el taller aprendiendo, rezando y compartiendo nuestra vocación. En el 1959 hice el noviciado, y en 1960 hice la profesión y nos vistieron de blanco, pues éramos las primeras en hacer la profesión. Después de la profesión continué colaborando en el seminario y en el taller de bordado, enseguida, Sor Ma. Teresita Lechuga (+) y yo fuimos las primeras en estudiar Música Sacra.
En 1975, por ser las primeras profesas mexicanas, nos mandaron a todo el grupo a Roma, tuvimos la dicha de estar y conocer a Madre Maestra, nos sentimos muy contentas pues estábamos cumpliendo 15 años de profesión.
Estuve en Italia, 8 años colaborando en el seminario paulino, me gustaba ayudar a los sacerdotes ancianos, compartir mi vocación con los novicios y los profesos. Me sentía contenta de colaborar en esta dimensión de nuestra misión.
Ahora, ya desde hace unos años, formo parte de la Comunidad Divino Maestro, la casa que vi nacer, crecer y convertirse hasta lo que es el día de hoy. Realizo mi apostolado en el taller de pintura, tejiendo a gancho y tocando el órgano en la capilla ordinariamente, compartiendo este don de la música y el canto con el que el Señor me ha dotado.
Recuerdo con alegría cómo llegué con mucho entusiasmo y nunca sentí ganas de regresar con mi familia, pues fui y soy muy feliz en mi vocación de Pía Discípula del Divino Maestro. Agradezco infinitamente a Dios esta bella vocación que me ha regalado y así quisiera que muchas jóvenes fueran felices como yo, al lado del Divino Maestro.”
El Señor Jesús llamó a nuestra hermana definitivamente a Sí el 5 de diciembre de 2023, en la comunidad DM de la Ciudad de México.